La conexión entre la salsa y Rafael Berroa (Chiquito) se remonta a mucho antes del joven músico ser concebido, porque su madre, Bárbara Estrella, nacida y criada en el populoso barrio de Villa Consuelo, era bailarina profesional. Desde joven se alzó como ganadora de todos los concursos de baile de salsa que se hacían en la época.
La unión y amor de Rafael Berroa (Chiquito) por la salsa está ligado a él mucho antes de ser concebido, porque su madre, Bárbara Estrella, nacida y criada en Villa Consuelo, era bailarina profesional. Desde joven se alzó como ganadora de todos los concursos de baile de salsa que se hacían en la época.
En el kilómetro 12 del sector del Haina, su padre, Rafael Berroa, en ese entonces con 20 años y estudiante de sistema en la universidad O & M, era un aficionado a tocar los timbales en el colmado de su madre Gregoria Berroa, cariñosamente Ñoña (la abuela de Chiquito). Tocar los timbales en los colmados es una práctica usual en los barrios de la capital.
Es en ese ambiente que Bárbara, con 19 años, conoce a Rafael y solo tuvieron que bailar una salsa y Cupido se encargó de lo demás.
“Mis padres me cuentan que fue amor a primera vista. Solo tuvieron que bailar una sola vez y se enamoraron inmediatamente”, reveló Chiquito a Listín Diario.
No pasó mucho tiempo y Bárbara quedó embarazada. Los jóvenes, que aún no trabajaban, asumieron con responsabilidad la situación, pero entra al escenario doña Ñoña y le propone a la pareja que continúen los estudios, y que ella se encargará de criar al bebé.
Es por esa razón Rafael Berroa Jr., apodado inmediatamente “Chiquito”, crece en la casa de su abuela Ñoña, dueña del colmado que lleva su nombre, y en donde fue educado, siempre detrás de un mostrador, en medio de los afanes de venta a la gente del barrio, la compra en los mercados y, por supuesto, la música, especialmente la salsa, la que nunca ha dejado de sonar en el “Colmado Ñoña”, en el sector de Herrera.
Por eso no es casual que Bárbara y Chiquito logren una excelente pareja de bailadores de salsa, como se aprecia en los videos que sube en sus redes sociales.
“Tengo una linda relación con mi madre, es como si fuera mi amiga, porque aunque yo crecí con mi abuela, mami siempre estuvo presente en mi vida, educándome, si me enfermaba ella me llevaba al hospital. Aunque no vivía con mami, nunca estuvo lejos de mí”, recordó con ternura.
Para Ñoña, Chiquito era su “niño lindo” se dedicó a hacerlo un hombre de bien. “Mi abuela siempre ha trabajado en el colmado, me dio cariño y educación”. Ayer domingo, Día de las Madres, salió a almorzar con su mami y con su abuela.
Su padre Rafael, también amante del ritmo de la salsa, los 24 de diciembre armaba un boche en el colmado y desde tempranas horas del día ya comenzaba a sonar la salsa y a tocar los timbales.
Chiquito creció viendo a su papá tocar el timbal, que también toca el bongó, la campana, el güiro y las maracas.
“A mí nadie me enseñó a bailar ni me enseñó a tocar. En mí se dio que simplemente decidí bailar y al igual que a tocar los timbales, los tocaba a escondidas de mi papá y él no tenía ni idea que sabía tocar todos sus instrumentos”, comentó
En uno de esos encuentros en el colmado, Chiquito sorprendió a todos tocando formidablemente el timbal. Sonaba la canción “Indestructible”, de Ray Barretto, y ejecutaba tan bien el instrumento que su padre lloró como niño de la emoción.
“Después de ese día mi papá me compró mi primer timbal, y entonces ya si practicaba todos los días”, contó.